11 de octubre de 2011

Redención

Vaya por delante que lo que menos me gusta (y casi lo único) de “No habrá paz para los malvados” (2011) es su título, pienso que le da un aire como de cómic de superhéroes a una película muy rigurosa en forma y contenido, a un thriller realmente magnífico que consolida al bilbaíno Enrique Urbizu como uno de los mejores cultivadores del género policíaco no sólo en España sino también en Europa.

La fuerza de la película recae, antes que en la trama que mezcla terrorismo yihadista y narcotráfico, en el personaje principal del policía Santos Trinidad que encarna José Coronado: un comisario desarraigado, asocial, alcohólico, racista, de una dureza e inteligencia profesional extraordinarias, un asesino implacable nada más comenzar el film, con un turbio pasado sobre el que se proyectan abundantes sugerencias, como sobre el del legendario Ethan Edwards de John Wayne en “Centauros del desierto”, personaje con el que comparte el desarraigo y el racismo. 

El estilo de la película se aproxima felizmente a la invisibilidad, es decir, a esa puesta en escena que no se nota, que no alardea de brillantez ni virtuosismo, en el que los encuadres, la iluminación y los movimientos de cámara tienen por única finalidad otorgar la máxima claridad posible a la historia y a lo que se cuente o sugiera sobre sus protagonistas.

Palabras como concisión, sequedad, funcionalidad (“un plano es bueno porque es correcto”, que diría Roberto Rossellini) se ajustan como un guante a la labor de Urbizu.

Pero es que además, Urbizu y su guionista Michel Gaztambide (colaborador desde “La caja 507” en 2001, y muy probablemente clave en su notable evolución) tienen el buen gusto de entregarse al viejo arte de la sugerencia, sin explicar o llegar al fondo de algunos aspectos, permitiendo a cada espectador que especule libremente con sus propias conclusiones.

Pero no nos olvidemos que un buen thriller no puede limitarse a ser un notable retrato de personajes, la propia esencia del género y el propio significado de la palabra inglesa (de to thrill: emocionar, estremecer) demandan una trama y un ritmo que mantengan al espectador en vilo hasta la conclusión. Y “No habrá…” lo logra eficazmente.


Hay una escena que en su aparente irrelevancia es una formidable prueba del experimentado talento de este director, quien mediante una puesta en escena muy sencilla apunta rasgos de los personajes sin explicitarlos. La jueza que investiga los asesinatos que abren el film y un alto cargo de la policía se citan en un restaurante a petición de la primera para profundizar en aspectos del caso que atañen a una defectuosa actuación policial. Se sientan frente a frente. Un simple plano-contraplano. Ella aparece a la derecha dentro del encuadre, en el hueco de la izquierda una blanquísima luz inunda el espacio; por el contrario él se sitúa a la izquierda en el encuadre, quedando a su derecha el trasfondo de una pared oscura. Elegante y sencillísima forma de confrontar la transparente personalidad de la jueza con la opacidad que rodea al comportamiento del jefazo policial, con un poder de sugerencia que casi hace innecesarios los diálogos.

Estamos ante el inmejorable regreso de Urbizu después de 8 años, desde que en 2003 estrenara “La vida mancha”, que era una curiosa y notable adaptación del western “Raíces profundas” a un universo contemporáneo de camioneros y partidas de póker clandestinas.

Mención aparte merece la interpretación de un José Coronado que está soberbio, componiendo con contención y depuración dignas del Alain Delon de “El silencio de un hombre” un personaje sobre el que muchos actores más prestigiosos y/o brillantes hubieran cargado ampliamente las tintas, exagerándolo y haciéndolo más exuberante en detrimento de la verosimilitud.
Este reciclaje del “guaperas” Coronado en sórdido policía corrobora el fino olfato de Urbizu en la selección de actores, no en vano anteriormente había logrado metamorfosear al Resines de la comedia madrileña de los Trueba, Colomo, García Sánchez,..., en un policía precursor del Santos Trinidad de “No habrá...” en “Todo por la pasta” (1990). En la película que nos ocupa, esta selección de actores me parece también particularmente atinada y casi se diría que a contracorriente en el caso de la actriz que interpreta a la íntegra jueza Chacón, Helena Miquel, cantante del grupo Facto Delafé y las Flores Azules con una única película previa en su haber.

Volviendo al inmejorable trabajo de Coronado, y a los prejuicios que ha debido sufrir este actor, me ha venido a la mente aquello que escribió el gran Manolo Marinero allá por 1980 en su libro “Humphrey Bogart”: “Hay algunos entendidos que siempre admirarán más a una actriz fea y a un actor calvo, sin atractivo, o bajo de estatura, que a una actriz de banderola, o a un actor macizo y atractivo”.

“No habrá…” es una atípica historia de redención y una de las mejores películas españolas de la temporada.

2 comentarios:

  1. "No habrá paz..." es, desde mi punto de vista, una película con una buena trama y una inmejorable actuación de José Coronado, lo que la convierte en una buena película, muy recomendable.
    El peso de la película lo lleva J. Coronado, que como bien apuntas hace una brillantísima actuación, sin la cual "No habrá paz..." se hubiera quedado en una película entretenida.
    En cuanto a la trama, he de confesar que en ciertos momentos de la película me sentí un poco perdida, por los rápidos sucesos en los que Trinidad se ve envuelto durante sus pesquisas.
    Excelente crítica Javi. Solo me entra una duda con relación al encuadre que refieres en la escena entre la jueza y el alto cargo de la policía, ¿no estaba situada ella a la izquierda y el a la derecha?

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  2. Sin duda la interpretación de José Coronado contribuye a la excelencia de la película, pero siempre es mucho aventurar que con otro actor hubiera sido mejor o peor film.
    Respecto al emplazamiento de los dos personajes en cada encuadre, sin estar por descontado 100% seguro creo que estaban como describo.

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